Si hay una ciudad de Portugal que merece una visita es Guimarães, patrimonio de la humanidad de la UNESCO, declarado «bien cultural» desde 2001, principalmente  por todo su casco histórico. 

Uno de los principales atractivos de la ciudad son su apasionante historia, fue fundado el Reino de Portugal, simiente de la actual nación portuguesa.Una muralla al final de las «plazas más conocidas» de la ciudad (Largo del Toural) recuerda este hecho histórico, no sólo de gran importancia para la ciudad sino para todo el país.

El Largo del Toural es una de sus plazas más bonitas de la ciudad, con una buena muestra de sus construcciones en sus casas típicas. El suelo de la plaza tiene el adoquinado -muy típico- que se puede encontrar en otras ciudades portuguesas, hay múltiples comercios -o sitios para comer-, se encuentra la Iglesia de San Pedro, curiosa iglesia coronada con una cruz doble.

Esta plaza lleva este nombre –toural dicen que derivado de toros en portugués– porque aquí daba una de las «cinco puertas» de la antigua muralla de la ciudad,  y donde se celebraba la feria de ganado.

Según cuenta la historia en esta ciudad nació Alfonso Enriques (Alfonso I de Portugal, primer rey del nuevo Reino de Portugal) y gracias al legado dejado por su padre,  éste fue reconquistando y duplicando sus tierras durante años hasta conseguir «unificarlas» en un solo reino. Sus enemigos y seguidores le apodaban «El Conquistador» e incluso los árabes, que también llegaron por estos lares, le llamaban en señal de respeto  «El-Bortukali» -el portugués-.

Subiendo a lo alto de la ciudad nos encontramos con los restos del antiguo Castillo de Guimarães, el cual fue construido primero como una «torre» por la condesa Mumadona, y más tarde, fue convertido en un castillo. De éste solo quedan sus altos muros y que puede ser visitado.

Muy cerca del castillo hay una pequeña ermita (la de San Miguel) con una decoración sencilla en su interior y  varias tumbas de personajes famosos dentro. También se encuentra una pila bautismal, donde «fue bautizado Alfonso Enriques» como se puede ver la en inscripción. Se considera monumento nacional. 

Completando nuestra visita -por la parte alta de la ciudad- queda por ver una construcción única en el país, el antiguo palacio de los Duques de Braganza (siglo XV)  -o Pazo de los Duques de Braganza.

Este edificio tiene unas «chimeneas cilíndricas» hechas de ladrillo -que hacían sus funciones de calefacción- que lo hacen un diseño diferente, único y singular dentro de todo el país. De hecho es una construcción única en toda la península ibérica, con influencias de la arquitectura señorial de regiones en Francia, como son Borgoña o Normandía.

Dentro del Pazo de los Duques de Braganza hay muestras de colecciones interesantes: salones importantes (Salones de Fiestas, de los Banquetes), muestras de tapices (procedentes de los mejores maestros de Bruselas o los franceses Aubusson), muebles antiguos portugueses de la época después de sus descubrimientos, colección de porcelanas de la china (Compañía Portuguesa de las Indias), importantes cuadros de las escuelas italianas u holandesas de pintura.

Bajando por la calle Rúa de Santa María llegamos al centro histórico. Empezamos a contemplar maravillados sus bellas edificaciones civiles, sus variados detalles arquitectónicos como son las ventanas de madera y cristal, sus típicos balcones de hierro forjado, los animados largos (o plazas), sus iglesias… y por momentos, nos evocan a ciudades gallegas como son La Coruña o Santiago de Compostela. 

Vamos por ende, descubriendo ese entramado de calles que se ha ido adaptando con los tiempos. Encontramos auténticas maravillas como son el Convento de Santa Clara, hoy día es sede del Ayuntamiento de la ciudad.

 Lo más bonito de la ciudad sin dudas son sus plazas «o los denominados largos», aquí se concentra la vida y animación de la ciudad. La primera plaza que nos encontramos es la Plaza de Santiago, donde se concentran las casas más antiguas de la ciudad, y tiene un cierto ambiente medieval.

Cruzando los arcos de los Antiguos Pazos, nos encontramos con el largo más bonito de la ciudad: El Largo de Oliveira.

El Largo de Oliveira es de las plazas con más solera de la ciudad, y se encuentra la iglesia de Santiago o de Nuestra Señora de la Oliveira, con una torre de estilo manuelino y una estructura curiosa «frente a ésta», el Padrão do Salado (Monumento al Salado), un templo de estilo gótico con arcos ojivales que tiene un crucero en el centro. 

Anexo a la iglesia esta el antiguo Convento de Nuestra Señora de Oliveira, fundado por la condesa Mumadona, y hoy en día, sede del museo Alberto Sampaio, que alberga colecciones de escultura , joyas, entre otras.

Más allá de los amplios jardines que conforman el Largo República do Brasil contemplamos admirados una iglesia neobarroca: Iglesia San Gualter, y es posible que sea una de las imágenes más fotografiadas y conocidas  de la ciudad. De hecho,  San Gualter es el patrón de Guimarães. Desde ahí, de fondo se divisa el Santuario de Pehna (o también conocido como Santuario Mariano) en una montaña por la que se accede por un funicular, otro sitio para visitar.

Precisamente desde esta ciudad, inicio de nuestro periplo por grandes ciudades del Norte de Portugal, comenzamos a vislumbrar el primero de innumerables incendios (cuatro de éstos pasaron ante nuestros ojos) y que pudimos ser testigos desde la distancia de sus efectos devastadores.

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