Un sitio bastante original en plena Sierra de Tramuntana mallorquina  es el Monasterio de  la Cartuja y el propio pueblo, Valldemossa. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 2.011, en la categoría de «Paisaje Cultural».

Se nos mezclan historias de reyes, personajes célebres y monjes cartujos.  En sus inicios fue el lugar donde residían los monarcas en sus estadías veraniegas.

El recorrido por La Cartuja empieza con una entrada a la iglesia. Es un edifico de estilo neo-clásico. Ya desde fuera se aprecian sus bóvedas bajo el campanario (reconocibles por estar hechas de unas preciosas tejas verdes azulejos) y en su interior, son frescos del pintor Bayeu, muy conocido sobretodo por ser cuñado de Goya.

Antigua botica

Interesante ver una farmacia de tiempos de los monjes, como si no hubieran pasado los años.

Los botes, artilugios o tratados de farmacia le confieren un ambiente especial y te transportan directamente en los tiempos donde estos monjes preparaban sus medicinas, pociones, ungüentos. Y alucinar con sus grandes conocimientos de la materia.

Uno de los huéspedes ilustres que la visitaron durante esos tiempos fue un desterrado Jovellanos, quien ayudó a los monjes en sus labores diarias e incluso colaboró en un «tratado de botánica», labor que se puede comprobar en sus estancias.

El prior

Quien dirigía la vida monacal en este sitio era la figura del prior. Tenían una organización muy rígida (para mi gusto) con unas reglas muy específicas, y las llevaban a rajatabla.

Los «cartujos» son una orden religiosa que lleva la más estricta austeridad en su toda práctica. Sus monasterios se denominan «Cartujas» y están dirigida por un responsable, el prior, elegido por ellos mismos.  

Una vez por semana se reunían en la biblioteca y era de las pocas veces que podían hablar. Trataban de asuntos generales de la comunidad. Cada monje podía tomar mínimo 3 libros para llevárselos a su celda.

Vida de los cartujos

Por el año 1.399 el edificio paso a manos de los monjes cartujos. Durante más de 1.000 años fueron sus moradores, y dejaron su imborrable huella. Utilizaron varias estancias que ya existían del palacio y otras que las adecuaron a sus necesidades.

Lo que queda de este tipo de vida son sus estancias comunes (biblioteca, salas reuniones, jardines) o las propias celdas de los monjes.

Los cartujos se dedican principalmente a la «contemplación» unido a la oración continua y lo hacían desde la más estricta soledad. Para estar en esta orden deben cumplir al menos estas 3 condiciones; la separación del mundo real, la guarda de la celda y la soledad del corazón. 

Hacemos un recorrido por todo este sitio y os destacamos algunos de estos espacios donde quedan rastros de esa vida y la organización del día de los cartujos.

Descontado el tiempo de sueño, comida, aseo y trabajos manuales, el cartujo dedica 14 horas a la oración y el estudio, de ellas 6 en la iglesia y 8 en la celda. Como se diría, tienen una agenda muy apretada.
Uno de los rasgos más conocidos de la orden es el silencio, según ellos fundamental para llegar a la contemplación. Solo hablan lo estricto y necesario en sus tareas diarias.

Una vez por semana hay un tiempo para hablar que puede ser de 1h-1h1/2, los lunes pueden dar un paseo fuera del monasterio (3hrs) durante el cual se puede hablar libremente. 

Uno de las curiosidades de este sitio son ver como vivían, los objetos de su indumentaria (sencillos y muy austeros) y entre éstos nos llamó la atención el uso de objetos para hacer penitencias. Según ellos «son simples medios para correr con más facilidad en pos del Señor.»

La celda no. 4

Otras de las visitas estrellas es visitar la celda no. 4

Chopin estuvo un tiempo alojado en el Monasterio junto con la escritora George Sand. Se exhibe un piano que donó y con el que compuso algunas importantes piezas (Preludios, Polonesas) durante su estancia en Valldemossa.

Los cartujos dejan el monasterio

En 1835 se produjo un hecho, la llamada Desamortización de Mendizábal y el monasterio pasó a manos privadas. Los monjes tuvieron que abandonar el monasterio. A raíz de esto pasaron por aquí muchas celebridades como el poeta Rubén Darío, Azorín, Unamuno, etc

Recomendación de cine

Si quieres conocerles un poco mejor, hace unos años (2.005) se estreno un increíble documental que los describe o presenta tal y como son y viven.

«El gran silencio» es según la crítica es: «Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. 160  minutos de cine en silencio…

Palacio del rey Sancho

El rey Jaime II encontró en este pueblo el sitio perfecto, por su geografía y clima apropiado, para su hijo Sancho, aquejado de asma. Se construyó un edificio anexo al monasterio que se conoce como Palacio del Rey Sancho. 

Después puedes pasear por el pueblo de Valledomossa que ofrece muy buenas vistas de la sierra y una arquitectura hermosa.

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