Después de la experiencia en el refugio solo nos quedaba supuestamente la última «actividad de riesgo«, rafting. Pudimos elegir a los integrantes de nuestra barca, elegimos los de siempre, los que hicieron la ruta del refugio. Y con los que hicimos buenas migas.
Teníamos a un guía en la barca que creemos que era venezolano, y al principio choca que te da órdenes desde la parte de atrás de la barca y debes «cumplirlas a rajatabla» sin rechistar. Cuando no hay peligro de un remolino o de una bajada peligrosa, la cosa se relaja un poco y se permite hacer bromas.
Rafting en Llavorsí
De repente en un remolino, perdemos un tripulante, más bien puede decirse que sale volando. Es entonces cuando el guía «pega 4 gritos» y obliga a todos a tomar el control de la barca y comenta tranquilamente que «ya lo encontraremos«. Cuando pasa el remolino y ese momento de alta tensión, finalmente lo subimos a la barca.
Según el guía si un amigo te quiere rescatar del agua, se pone frente a ti de pie y te agarra con fuerza del chaleco salvavidas y te hala con fuerza hacia dentro; es un movimiento rápido que tiene más maña que fuerza. En una de las veces que saltamos de la barca para darnos un «chapuzón», me quede sorprendida porque quien me subió a la barca fue la niña con una fuerza que nunca había supuesto que tenía.
La experiencia en el rafting es el mejor recuerdo que tengo de mi multi-aventura y se la recomiendo a todo el mundo. La pasas genial, con una mezcla entre miedo, adrenalina (a mi me da por reír) y donde entiendes que la unión hace la fuerza, que trabajas en equipo.
El equipo de la barca junto al guía
Esa tarde tocaba piscina, visita a pueblo de Tírvia y al final del día una barbacoa. Llegamos a la piscina un poco tarde y casi no había ya sol. El Profesor Bacterio nos aburrió soberanamente con las historias del pueblo, su antipatía confesa hacia el dictador Franco y los suyos que destruyeron el pueblo con la Legión Cóndor.
Esta última, fue la fuerza aérea que la Alemania nazi envió a Franco para luchar en la Guerra Civil Española. Una vez acabada la guerra, se decretó la adopción de Tírvia por parte del Estado, esto implicaba que la reconstrucción iría a cargo del gobierno franquista, o sea, que ironía lo reconstruyo quién precisamente lo había destruido.
Después de 2 horas soporíferas, vimos lo más interesante del pueblo, unas estelas funerarias medievales de incalculable valor al lado del cementerio.
La barbacoa consistía en una escasa ensalada, una patata asada envuelta en papel metálico, pan y un chorizo, butifarra y un trozo de una especie de panceta.
Mientras yo descanso … el jefe del campamento hace la barbacoa
Al día siguiente, como alternativa a no ir a Andorra (según el plan inicial) nos fuimos a hacer una ruta de senderismo en los lagos de San Maurici. Nos ganamos ese día el «San Benito» de los más vagos del campamento durante el recorrido por el lago, nos dimos un buen atracón de frambuesas, arándanos y alguna que otra fresa silvestre, no queríamos ni subir a la cascada ni realizar ningún esfuerzo adicional.
Lagos de San Maurici
El último día de actividades, parecía que iba a ser el más tranquilo y sin peligros, nos llevaron a una Ruta 4×4. Primer problema: el 4×4 era un coche muy viejo, con más de 20 años que no tenía lo básico en seguridad, unos cinturones por asiento y el asiento trasero bien sujeto. Bacterio quería seguir rentabilizando todavía ese coche 20 años después.
Al principio de la ruta todo transcurrió sin problemas, subimos por una pista forestal y luego paramos en un alto e hicimos una mini-ruta hacia una cascada. Durante el recorrido vimos caballos salvajes, vacas, ovejitas, etc. Justo cuando seguíamos de largo después de ver la cascada el coche dio «un gran bote» y los estábamos en la parte de atrás -mi marido y yo- dimos un salto arriba-abajo que terminamos lesionados. Yo en la cabeza y cervicales, mi marido se quedó en estado de «shock» durante unos segundos que no podía articular palabra. El tuvo que romper caída con el culo, la espalda y la cabeza.
Bonita cascada en la ruta 4×4 En lo alto …
Intentamos animarnos durante el resto del recorrido y cuando llegamos al campamento fuimos directamente a la masajista. Fue sin lugar a dudas, la actividad más peligrosa que hicimos.
Esa noche celebrábamos una fiesta de Cremat como despedida, es una especie de receta catalana de «Ron Quemado», sólo que queda más fino y elegante decirle Cremat. Bacterio sigue insistiendo con sus discursos «patateros» de encantamientos, magias y potagias.
La ceremonia del «cremat»
Y aquí termina este diario de viaje de nuestra experiencia en los Pirineos. Fue sin duda una experiencia inolvidable por los buenos, malos, divertidos, peligrosos y disímiles momentos, por las aventuras que vivimos y las risas que nos echamos, y sobretodo porque conocimos gente estupenda, alguna que otra «rarita» y otros un poco «particulares» pero en general gente maja.
Cada día, regresamos a la pensión muy cansados y con el cuerpo lleno de agujetas, y sobre todo para mí, fue un viaje de superación personal y de conocer mis límites y saber hasta donde soy capaz de llegar.
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