CATALUÑA, ESPAÑA
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Multiaventura en los Pirineos Leridanos – Parte 1/2

Años atrás mi pareja había estado en un campamento de verano que organizaba actividades de alta montaña y multiaventura. Por casualidad nos llegó el catálogo de la misma empresa y tras muchas dudas por parte mía, decidimos vivir esta experiencia.

El campamento cuenta con un gran espacio físico (antes compartían terreno con un camping cercano) y tiene casas de campaña, roulotes y cabañitas de estilo canadiense. Hay varias carpas instaladas, una en exclusiva para las  clases de baile en las noches, otra para el comedor y otra especie de «jaima estilo árabe» para conciertos y actividades lúdicas.

El dueño de esta empresa es un señor algo peculiar -de ahora en adelante le bautizaremos como Profesor Bacterio. Es un poco baboso, avaro y racano para mi gusto … como queriéndote cobrar cualquier producto o servicio, desde un alquiler de un saco de dormir, una esterilla o un bastón. Incluso de las actividades que casualmente «no tienes incluido en tu programa de actividades» y que son las que más le gustan  a la gente, por ejemplo el rafting o rutas en caballos, todo se soluciona con éste …pasando por caja antes.

El primer día en el campamento es típico de Bacterio interrumpir en todas las comidas en el comedor – un habitual de todos los días- para decir lo que se piensa hacer el día siguiente y para tener sus momentos de gloria. Más bien quiere decir, «los tejes-manejes» que hace para el día siguiente. Te puede cambiar el programa completo, te adjudica otra actividad, juega a que tienes varias alternativas para poder elegir, pero quién finalmente elije es él.

La primera actividad y toma de contacto con la multiaventura fue una ruta de senderismo por los pueblos perdidos de Arreu, o sea, unos pueblos abandonados de esa zona.

Al día siguiente toca actividad de aventura de verdad, de miedo, nos vamos a un descenso de barrancos. Por definición, se trata seguir el curso del río -sea como sea- y no era algo a lo que yo estaba acostumbrada hacer, por eso intente antes descifrar -sin éxito- los «esquemas de la ruta» que estaban puestos en el mural del campamento, de como sería el trayecto del descenso: número de toboganes, rappels, grado de dificultad etc.

No me enteré de nada (todo me sonaba a chino) pero si sabía que podría ser muy peligroso. Ante lo desconocido, reaccionamos así y la verdad es que llegué al sitio de inicio del barranco muy acongojada.

Nos dieron a cada uno un «neopreno» y yo pedí uno que no me apretara mucho,  tomé uno con 3 tallas de más, estaba más holgada que embutida. Este te resguarda del agua fría del río manteniendo la misma temperatura, pasas casi 2 horas dentro del agua y puedes quedarte realmente helado.

Al inicio de la actividad, yo estaba muy nerviosa pero en cuanto pude tirarme desde el primer tobogán sin problemas, hacer uno o dos «rappels» con las cuerda y dejarme caer por las paredes supe que no se me daba tan mal. Y sorpresa, el miedo había desaparecido. Es pura adrenalina.

La comida del campamento hay que decir que era de auténtico lujo. El cocinero (Pierre) no era nada convencional  y nos deleitaba cada día con platos muy originales y de gran calidad, había comida para personas que quisieran llenarse y de otro tipo, para personas que no se quieren pasar …y comida para  todos los gustos.

Entre los platos más originales que recuerdo había flamenquines de rape envueltos en jamón serrano, hojaldre de butifarra y verduras, merluza en salsa verde, berenjenas gratinadas, magret de pato, …etc. No me dirán que no era de auténtico gourmet. Los desayunos también eran copiosos, incluían tortitas, churros, rosquillas,etc todo variado y bien hecho. Una nota de un «10» para este gran cocinero del campamento,  bastante inusual.

Notas mentales al margen

Los siguientes dos días tocó ruta de senderismo de alta montaña que incluía dormir en refugio. Nos lo vendieron como una ruta fácil, accesible y posible.

Subimos con las grandes mochilas repletas de sacos de dormir, esterillas, grandes tuppers de cena más 2 bocadillos hechos con mimo por el cocinero Pierre, todo eso para poder hacer noche en el  refugio.

El refugio era como una «cajita de cerillas» de 3m cuadrados donde debíamos dormir unas 10 personas + otras 3 que ya estaban allí … o la otra opción que era hacer vivac, o sea, dormir al raso.

Durante todo el trayecto uno de los niños bautizó a una rarita del grupo con el nombre de Chewbacca (personaje de la Guerra de las Galaxias) y no parábamos de reírnos con sus ocurrencias.

Hicimos estiramientos después de la ruta, buenos y saludables después de tanto cansancio y nuevas posturas tales como «el gato maullador» , que enseguida todos lo emulamos.

Esa noche en el refugio fue movidita… 

En plena madrugada sobre las 3 am yo tenia ganar de ir al baño y me fui a los alrededores del refugio con mi «frontal de luz» en la cabeza, muy útil para estos casos. Al intentar salir del refugio, éste tenía dos puertas y me encuentro a la rarita del grupo atravesada entre la «primera y segunda puertas» , parecía un «cuerpo inerte o un saco de patatas«, incluso le podías dar un golpe en la cabeza con la segunda puerta sin saberlo.

Cuando ya parecía que todo estaba tranquilo para dormir comenzó un «concierto de ronquidos» de algunos de los chicos del grupo. Si dormí 1-2 horas fue mucho, los que durmieron a pierna suelta fueron los chicos jóvenes y los que hicieron vivac fuera.

Al otro día en el desayuno comenté la historia de la «rarita» atravesada entre las dos puertas, y mi marido la apodó como «El Cuerpo» ó mejor aún «Bo Derek». Al parecer a ella que no entendió nada y quedó encantada con el apodo.

Continuará –> Multiaventura en los Pirineos Leridanos – Parte 2/2

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