Long time ago … hace 15 años
Este post se lo dedico a mi pareja pues él hizo conmigo ese bonito viaje allá por el 2002, un periplo por la bota italiana que podríamos bautizarlo como «Que ver o no en Italia durante 7 días«. Fueron días intensos, casi de locos, repartidos entre buses, visitas muy rápidas, checks in/out en hoteles de paso… y moviéndonos como unos auténticos borreguitos.
De este viaje anterior se me quedará para siempre Roma y ese mini-país que es el Vaticano; esa Pompeya «congelada» en el tiempo; un Nápoles caótico que te atrapa enseguida; la Florencia más refinada y renacentista, o la ciudad bizantina de Venecia.
Vimos «pinceladas del país» que nos dieron pistas para saber que por ejemplo, que Venecia era uno de los destinos que teníamos que volver a ver en algún momento porque fue un amor a primera vista.

Nuevos rincones de la ciudad, canal de Guidecca
Quería esta vez hacerlo sola.
Muchas veces me gusta viajar así. Cada vez que lo hago experimento me da una sensación de libertad, de ponerme a prueba y estar mucho más atenta a todo así como abrirme más al mundo y a mi misma.

Re-encuentro con viejos sitios conocidos
Conocemos «la otra Venecia»
Tenía muchos planes y a la vez, ninguno.
Muchas de las experiencias que había vivido en el viaje anterior no las quería repetir. Quería quedarme con ese recuerdo irrepetible de subir al Campanille y ver la ciudad en su inmensidad, hacerme la típica foto con las palomas de la plaza de San Marcos o el recordar la melodía inolvidable «O sole mío» de fondo mientras navegábamos en una góndola por el Gran Canal de Venecia.
Esta vez solo pensaba dejarme llevarme por el embrujo de Venecia. Y el de sus islas que no conocía, Murano, Burano o Lido.

Preciosos palacios por el Gran Canal
Navegar por sus interminables canales y cruzar sus incontables puentes, contemplar esos palacios maravillosos que se asoman al Gran Canal, re-descubrir la ciudad artística que le dio gloria a genios como Tintoretto, Tiziano, Bellini o Canalleto, degustar esa rica comida italiana (y sus helados), transportarme sin ningún rumbo fijo o tiempo limitado en los vaporettos.

Puente de la Academia, de los pocos grandes que cruzan el Gran Canal

Barrio del Castello donde se celebraba una fiesta pirata

Paseo en «vaporetto»

Probar su gastronomía, un rico capuchino y queso mascarpone

Descubrimiento de sus iglesias
Moverme sus barrios como por ejemplo el judío (primera noticia que existía), conocer sus islas (Murano, Burano, Lido) o admirarme con sus iglesias, auténticos museos vivientes.

Encontrar unicornios blancos … será una señal

Alucine de la belleza y armonía de alguna de sus islas como Burano

Disfrutar de preciosos atardeceres

Un patrimonio inmenso, Scuola Grande di San Rocco
El encanto de esta ciudad es precisamente estar rodeada de agua. Ese agua que la rodea por todas partes, que la atrapa, le condiciona su vida cotidiana, le da su personalidad e incluso, bastante quebraderos de cabeza cuando sube el nivel, o lo que ellos llaman el «aqua alta».
Pero, ¿que sería de Venecia sin sus canales?
Así pues iba dispuesta a descubrirla, desnudarle poco a poco, perderme por todos sus rincones y recovecos para luego a volverme a encontrar. Nuestro plan secreto, descubrir la otra Venecia.

Puentes y canales, una constante en la ciudad (Barrio Judío)

Perdida por su intrincada red de canales

Dejar mi huella allá por donde iba

Disfrutar de un viaje especial y en definitiva, unas «buone vacanze» (Lido)
Creo que finalmente lo conseguí.
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