La Sierra de Francia (que no está en Francia sino en España) forma parte de la provincia de Salamanca y encierra sitios increíbles, pueblos de ensueño y unas tradiciones bastante peculiares que lo hacen un «destino ideal» para hacer turismo local.
Encontramos uno muy especial, Mogarraz, situado en plena sierra y denominado como pueblo bonito (una etiqueta que proviene de una asociación que quiere dar mejor visibilidad a estos sitios).
Declarado en el 1998 como «Bien de Interés Cultural» por su bonito conjunto histórico tiene la principal característica de sus casas tradicionales tienen «entramados de madera» que conviven desde tiempos medievales; como se aprecia en muchos otros pueblos de la zona como p.e. La Alberca o San Martín del Castañar.
Como todo pueblo tiene su iglesia-torre, una bonita plaza mayor (que no es del todo cuadrada) donde se hacen encierros de toros, una bonita ermita (la del Humilladero) y además un Museo Etnográfico (o Casa de las Artesanías) donde recoge la labor artesana y modos de vida de la zona. Que son bastante peculiares por cierto.
Son comunes aquí los llamados bordados «serranos», los trabajos en cuero que se basan en unos diseños propios con sus simbologías muy peculiares (que aluden a personas fuertes, matrimonios, etc y se han pasando de generación a generación) así como trabajos en orfebrería en oro o plata (siguen la línea de los llamados «orives» o la «filigrana charra», ésta última típica de la capital de la región).
Mogarraz, donde cada vecino es protagonista
Quizás en los últimos años el pueblo sea mucho más famoso porque parece que ha cobrado vida con sus propios vecinos. Nos ofrece una historia muy peculiar, una «muestra de sus habitantes» y es algo bastante único; nunca antes habíamos visto cuadros de sus habitantes luciendo orgullosos en las fachadas de las casas.
La historia singular de este pueblo es que un artista local, Florencio Maíllo, decidió pintar a cada uno de sus habitantes (unos 388 en total, el proyecto se denominó «Retrata-388») durante un tiempo de unos 4 años. Se valió de unas fotos realizados allá por el año 1967 (cuando se tuvieron que hacer el documento de identidad e hicieron el censo de todos los habitantes del pueblo).
Con este archivo gráfico, el artista empezó a hacer cada uno de los lienzos y se iban colgando en cada casa de sus dueños. El resultado de tal tarea fueron unas pinturas inmensas realizadas «en chapa» que lucen orgullosas en las fachadas de sus propietarios una parte de la historia de sus vidas.




Si eres viajero te choca la primera impresión de pasear por una calle repleta de cuadros inmensos e inmediatamente te pica la curiosidad y ya quieres saber la historia completa de cada cuadro y la razón de lo que estás viendo. Cada cuadro encierra una historia.
Debe Ud. ir muy despacio por las calles de Mogarraz y mirar siempre hacia «arriba», a ambos lados de las calles para poder abarcar todo lo que va viendo y asimilando. Es un viaje al pasado.
Historias de personas cuyos inquilinos, algunos ya no están físicamente pero queda su recuerdo en la fachada de la que fue su casa. En otras por ejemplo hay muchos cuadros, son de casi todos los miembros de la familia. En otros tiempos habían muchas familias numerosas.
Hay algunas de las pinturas que son realmente increíbles, por las «miradas que nos hacen reflexionar», por su gran intensidad, por auténticas caras de felicidad. Hay otras que muestran a personas realizando sus oficios como por ejemplo un zapatero (actualmente jubilado y con el cual nos topamos en plena calle), propietarios de una carnicería, hombres vestidos de militares, religiosas o incluso pinturas que llenan todo el campanario de la iglesia (Iglesia parroquial Nuestra Señora de las Nieves ).

O ejemplos vivientes de personas de antes y del momento presente, como fue esta señora que nos permitió poder sacarle una foto actual.
Desde varios puntos del pueblo se pueden apreciar unas bonitas vistas de la Sierra de Francia y se podría completar la visita en el hotel-balneario (Hotel Spa Villa de Mogarraz) que es una especie de «oasis» en este sitio. Sin embargo desconcierta un poco ver «un moderno spa» por estos lares.
Como buen pueblo salmantino es tradición aquí vender buen jamón serrano. Hay una bodega y además fabrica que vende jamones y donde se promocionan los vinos de la tierra, una denominación de origen muy joven, D.O. P. Sierra de Salamanca. Es típico el vino hecho de unas uvas autóctonas llamadas «Rufete».
Nos quedamos con el recuerdo de un pueblo original «como si fuera animado», ya que parece que cobra vida con sus propios habitantes. Merece la pena verlo.
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Curiosa iniciativa la de ese artista, no la conocía, aunque reconozco que me parece un poco tétrico. Esa zona me gusta mucho, pero no conozco Mogarraz, me lo anoto, me parece muy interesante. Un abrazo.
Pues la verdad es que son retratos de personas mayores que muchos no están pero resulta curioso ver la casa de tu vecino con su cara cada día, aunque no este fisicamente. A mi desde luego me sorprendió mucho. Gracias por pasarte por aqui Pepa.
Ya, el problema es que tendré que engañar a alguien que sepa conducir… y ya puestos, que tenga coche 😛 Pero lo conseguiré!!
jajaja eso es imprescindible! Paseate por toda la Sierra de Francia que tiene mucho que ver.
Toma ya! Pero que pueblo más total! claro, que para llegar hasta aquí habrá que ir en coche sí o sí, verdad?
Sí además por la zona hay otros pueblos muy chulos.