La Habana Vieja (o la antigua Villa de San Cristóbal de La Habana) fue la última de las siete villas fundadas por Diego Velázquez, allá por el año 1519.
En su trazado original se concibió como una «ciudad amurallada» que con el tiempo se fue transformando para incorporar diversos estilos arquitectónicos, influenciados por aquellos extranjeros, antiguos colonizadores que vivieron o estuvieron de paso por la isla, ya fueran españoles, ingleses, americanos o franceses.
El resultado de esta «mezcla maravillosa» de culturas son el legado que nos dejaron, edificaciones civiles, religiosas (iglesias o conventos), fortalezas militares o defensivas, casa de la nobleza; de todas éstas, hay muchas se conservan, otras se han rehabilitado, y el conjunto lo han hecho merecedor -a esta parte de la ciudad-, desde 1982 de ser patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En 1634 el reino de España le concedió a la villa la posibilidad de tener su escudo propio que fue representado por sus tres principales torreones: La Fortaleza de la Real Fuerza, El Morro de la Habana y La Punta. Éstas se conservan hoy en día en buen estado y precisamente por uno de éstas situamos el punto de partida de nuestra visita al casco antiguo de la Habana Vieja: por el Castillo de la Punta (o Castillo de San Salvador de La Punta) justo donde acaba el malecón habanero.
Al otro lado de la bahía donde esta el Castillo de la Punta divisamos otro viejo conocido, el Castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana – o simplemente el Castillo del Morro- importante fortaleza de la «arquitectura militar» de la colonia, con su imponente faro y una ubicación estratégica en la entrada de la bahía.Toma ese nombre por los Tres Reyes Magos y por asomarse a la bahía desde ese terreno alto y escarpado. Su mejor visita se recomienda al atardecer donde puede disfrutar de una magnífica puesta de sol.
El Castillo del Morro tuvo una importante función para la defensa de la ciudad, ante los ataques de piratas o invasiones extranjeras desde el mar, no sólo avisaba para el cierre de puertas de la ciudad, sino que entre el Morro y el de La Punta se tendía una «cadena de cobre por debajo la bahía» que obstaculizaba el paso de los barcos a esas determinadas horas del día.
Después de contemplar el Morro y de nuestra visita a La Punta, vamos conociendo mejor la estructura de estas fortificaciones militares, muros anchos e inaccesibles, baluartes, puestos de vigilancia, patios amplios para instalar el armamento y las tropas y fosos profundos.
Seguimos rumbo y nos adentramos por el Paseo del Puerto comenzamos a vislumbrar ya la Habana Vieja y su casco histórico, discurre entre la zona de la Catedral de La Habana, sus calles aledañas (Obispo, Obrapía Mercaderes, Empedrado, Lamparilla, Amargura), la plaza de Armas, la zona del puerto, la lonja, la Plaza Vieja … entre otros.
La Catedral de La Habana de estilo «barroco cubano» (menos recargado y más sobrio que el barroco europeo) fue una antigua iglesia de los jesuitas que fue consagrada más tarde como catedral y consta de una preciosa fachada con dos torres laterales «que no son exactamente simétricas», rodeada por la Plaza del mismo nombre.
«En sus orígenes esta plaza fue llamada la Plaza de la Ciénaga, porque el terreno era pantanoso y se estacaban allí las aguas. Cuando se construyó la catedral en 1789, pasó a llamarse Plaza de la Catedral. En esta zona pasaba la antigua Zanja Real, que es el origen del primer acueducto español construido en América.»
En la plaza de la Catedral se pueden encontrar casas de la antigua nobleza criolla con patios interiores (al estilo andaluz) como son la mansión del Marqués de Aguas Claras (el conocido restaurante El Patio) o el actual Museo Colonial (antigua casa de los condes de Casa Bayona), que tiene importantes colecciones de objetos, vajillas, muebles o salas ambientadas de la época de los siglos XVIII y XIX.
A un lateral de la Catedral (calle Empedrado) está el conocido restaurante la Bodeguita del Medio. Un clásico en esta visita. Puede tirarse la foto de ocasión, recorrer las historias y firmas plasmadas en sus paredes, cuadros originales de famosos, objetos variados dejados por los ilustres personajes o turistas que han pasado por allí, y si tiene ocasión o tiempo, puede tomarse el conocido «mojito».
«Entre sus ilustres visitantes a la Bodeguita más famosa de Cuba está el famoso escritor Ernest Hemingway que dejó su «particular graffiti» en una de las las paredes del local: «My mojito in La Bodeguita, My daiquirí in El Floridita». No podemos estar más de acuerdo.
Caminando hacia la plaza de Armas por el paseo del puerto se puede encontrar con el Castillo de la Real Fuerza, lugar donde residieron los capitanes generales y gobernadores en la época colonial y que también fue almacén temporal para guardar oro, plata y mercancías que venían de toda América y «de paso hacia España».
En la torre del Castillo de la Real Fuerza hay una figura o «veleta» con la forma de una mujer, que sostiene en una de sus manos «el asta de la Orden de Calatrava», no es más que la Giraldilla, símbolo de la ciudad e imagen de una conocida marca de ron cubano (Havana Club).
«La Giraldilla representa a una mujer -guarda bastantes similitudes con la Giralda de Sevilla- y según se cuenta, era la esposa de uno de los gobernadores que pasaron por la isla. Éste tuvo que hacer una expedición a la Florida, y según la leyenda ella le aguardaba su regreso vigilando todos los días desde la torre. La estatua original se conserva en el Museo de la Ciudad.»
Una vez que ha visitado el Castillo de la Real Fuerza, nos dirigimos a la animada Plaza de Armas. Esta plaza es el centro neurálgico de la Habana Vieja, del casco histórico. Está animada por los tradicionales libreros, turistas, paseantes, señoras vestidas a la antigua usanza fumando sus puros o vendiendo flores. En el centro de la plaza se puede apreciar la estatua «del Padre de la Patria» Carlos Manuel de Céspedes, líder de la independencia en Cuba y personaje histórico que les dio la libertad a los negros esclavos.
A un lateral de la plaza encontramos el Palacio del Segundo Cabo, conocido antiguamente como el Palacio de la Intendencia o la Real Casa de Correos. La edificación consta de varios arcos, un precioso soportal con un zaguán que nos conduce a un patio interior. Parece un patio andaluz.
Otro sitio simbólico dentro de la Plaza de Armas es el Templete. Recuerda este sitio la fecha de la fundación de la villa, donde se ofició la primera misa y que fue sede del primer cabildo en La Habana. Es la primera construcción de estilo neoclásico que se realizó en Cuba y dentro del monumento hay varias pinturas del pintor francés Juan Bautista Vermey. Lo más característico de este sitio es su «gran ceiba».
«Es ya una tradición para los habaneros, la celebración de cada 16 de Noviembre para conmemorar la fundación de su ciudad en este sitio emblemático: el Templete. Quién da tres vueltas alrededor de la ceiba de El Templete y pide un deseo, es posible que se le conceda.»
Justo detrás del templete, está el histórico Hotel Santa Isabel, antigua mansión de los Condes de Santovenia. Rehabilitado completamente en el año 1997, es la típica mansión de la nobleza de entonces que por su ubicación e historia lo hacen merecedor de una visita: tiene un amplio patio y una terraza que ofrece magníficas vistas del lugar, la zona y del puerto.
Volviendo a la plaza, nos encontramos con otro edificio histórico, el Palacio de los Capitanes Generales, que desde la época de la República hasta los años 20 sirvió como Palacio Presidencial. Ha sido considerado el «mejor ejemplo del barroco en la ciudad». Es un palacete amplio, imponente su diseño que cuenta con un patio central que lo preside una estatua de un viejo conocido, Cristóbal Colón.
«El Palacio de los Capitanes Generales es hoy sede del Museo de la Ciudad y aquí se ha reunido una importante muestra de toda la historia de Cuba, desde tiempos de la lucha independentista hasta la actualidad. Se pueden encontrar objetos únicos como son: la primera bandera cubana, armas utilizadas por los mambises en la Guerra de Independencia, objetos personales de héroes como José Martí o Antonio Maceo. El Salón del Trono, es el lugar más visitado donde se pueden encontrar joyas y vajillas de personajes relevantes, como son de la zarina rusa Catalina la Grande o del pintor español Federico Madrazo. «
Si hay una calle famosa en la zona esa es la calle Obispo, va desde la Plaza de Armas hasta la Avenida Monserrate, donde encontramos allí el conocido Restaurante Floridita, lugar por donde también dejó su gran huella el amigo Hemingway.
«Este restaurante es la cuna de el daiquirí, uno de los cócteles más famosos del mundo, su principal ingrediente es el ron, aguardiente de caña de azúcar y patentado en 1830 por la marca Bacardí. Conserva el local la decoración de los dorados años de los 50 … y justo al final de la barra nos topamos con la estatua de … quién sino… el Sr. Hemingway, asiduo cliente del local. «
La calle Obispo es una calle alegre, céntrica, dinámica, repleta de negocios y vida; puede encontrar galerías de arte, museos, hoteles, farmacias, oficina de turismo y restaurantes como es el antiguo Colegio de San Francisco de Sales conocido hoy como Restaurante La Mina, que incluye comida típica cubana y cuenta además con dos anexos: la Casa de la Natilla y la Casa del Agua «La Tinaja» … con exquisita decoración y ambientación colonial.
«La Casa del Obispo, quién da nombre a esta calle, es la vivienda más antigua de La Habana (data del 1648). Su particularidad es su fachada, cuenta con un buzón con forma de máscara griega. Sólo hay otra de ese tipo en la ciudad»
Uno de los negocios que se conservan es la antigua Farmacia y Droguería Taquechel que exhibe en sus antiguas estanterías pomos o tarros originales de porcelana francesa, diversos útiles originales del trabajo en las farmacias de la época o incluso recetas antiguas (ungüentos, remedios, jarabes). Es una tienda y museo a la vez, en la actualidad sigue su tradición original pues vende remedios homeopáticos, cosmética natural o productos dietéticos.
Si decide callejear por la zona, por ejemplo tomando la conocida calle Oficios, se llega a la conocida Plaza de San Francisco de Asís donde está la iglesia del mismo nombre y la rehabilitada Lonja del Comercio. La Lonja por su buena ubicación muy cerca del puerto tenía las oficinas de la antigua Lonja de Víveres de La Habana, más tarde se convirtió en la Lonja del Comercio. En su cúpula hay una estatua del Dios Mercurio, dios del comercio.
La Iglesia San Francisco de Asís se ha convertido hoy en día en lugar de conciertos de música religiosa y barroca y cuenta con un Museo de Arte Religioso.
«A un lateral de la iglesia está la Basílica Menor de San Francisco, donde nos topamos con la estatua en bronce de un conocido personaje por todos los habaneros: el Caballero de París. No era noble, ni de París … sino un entrañable señor vestido de caballero -al que tildaban de loco- , y que solía deambular por esas calles habaneras.»
En la calle Mercaderes puede encontrar el Hotel Ambos Mundos y pudiera parecer que hacemos la «Ruta de Hemingway» pero la vida de este gran escritor fue intensa allí por donde pasaba y uno de los claros ejemplos es este hotel, aquí se hospedó y escribió los inicios de su famosa novela «Por quien doblan las campanas».
Siguiendo por ésta calle, puede hacer una visita muy dulce, el Museo del Chocolate. Cuenta con una exposición de los procesos de cultivo y producción del «cacao» en toda la isla de Cuba. Hay una colección de tazas, chocolateras de cerámica, anuncios de las marcas más conocidas como La Estrella o incluso de jarras y cafeteras. Para muestra un botón, en este museo-tienda puede degustar el rico chocolate o comprar tabletas.
«El origen del chocolate en Cuba proviene de los españoles que estuvieron en México (el conquistador Hernán Cortés) donde era usual su consumo, lo trajeron a la isla donde empezó a cultivarse. La zona de Baracoa, en la parte más oriental de la isla, es el mayor productor del mejor chocolate que hay en Cuba.»
Continuará – Mis sitios favoritos en La Habana Vieja – Parte 2
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Estuve dos veces en el 92 y 2002, especialmente en el 92 fue una época dura, se había ido la URSS y la gente lo pasaba muy mal, ya en 2002 estaba mejor, no se cómo andarán ahora. Lo que no cabe duda es que es un país maravilloso y preciosa La Habana. Ganas de volver y espero que se abra la isla aunque mantenga lo bueno de la Revolución pero tienen que cambiar y mucho las cosas. Saludos viajeros.
Ni idea, yo me fui en el año 1996. Ha llovido mucho.
Sin dudas La Habana es especial. Una de mis ciudades preferidas. Un saludo.
y te cuento que en 2018 algo ha cambiado en relación con tus experiencias anteriores!!!tampoco todo lo que me gustaría, pero el cambio es lento….. cada dos años voy (soy cubana) asi que bueno siempre regreso a mi tierra.
Pues si es para bien estupendo. Yo hace 13 años que no voy. Seguro que notaría esos cambios. Un saludo