El movimiento Slow empezó como una alternativa a la comida rápida «fast food» y su nacimiento fue en Italia en 1989. Este movimiento te invita a tomarte tiempo en la manera de comer -y extendido a tus propuestas de viajes-, a poder disfrutar con tranquilidad cuando realizas tus comidas del día, con alimentos bien elaborados y de calidad.
Esta manera de vivir se ha ido ampliando a otras esferas de nuestra vida como son los viajes ó llamado Slow Travel. Su objetivo principal es viajar sin prisas, frenar el ritmo de tu agitada vida. Propone descubrir lentamente los destinos, conocerlos, disfrutarlos, integrarte en ellos y adaptarte a sus costumbres. Ser parte de la vida local y conectar con los habitantes.
¿Cómo conseguir hacer Slow Travel?
También puedes elegir medios de transportes que permitan disfrutar del paisaje, como son trenes o barcos y otros alternativos, como bicicletas para hacer distancias cortas, y además muy sana. Uno de los principales gastos para la mayoría de los viajeros es el transporte, así que si usted reduce la velocidad puede incluso llegar más y mejor a sus destinos.
Con respecto a los alojamientos, siempre es preferible buscar sitios regentados por familias o con trato más personalizado, antes que hacerlo en grandes establecimientos ó complejos hoteleros. Un sitio más pequeño, ya sea rural o urbano, es más asequible interactuar con los residentes locales, se puede disfrutar de los placeres de la gastronomía local y de las múltiples opciones de ocio que quizás no tenías ni planteado.
Dejar a un lado el mapa o la guía de siempre y callejear la ciudad o pueblo guiándote sólo por consejos de las personas autóctonas o por vuestras intuiciones es probablemente la mejor manera de conocer el lugar de destino. Es bueno perderse.

Pasear por pueblos auténticos
Otros ejemplos de Slow Travel son los espacios naturales como por ejemplo senderos naturales, vías verdes, caminos históricos, vías pecuarias -o antiguas cañadas-, líneas de ferrocarril abandonadas o carreteras en desuso, con el objetivo de fomentar el uso de estos recorridos y que minimicen los efectos sobre el entorno.
El Movimiento Slow lleva implícito recuperar el placer de vivir sin prisas, disfrutando nuevamente de los placeres de la vida. Cuando dediques más tiempo a un destino, es posible integrarte con personas que viven en los sitios y relacionarte con ellas. En definitiva, la integración en la sociedad que queremos descubrir en vez de mirarla desde la lejanía.
¿Te animas a probarlo? Decídete sin prisas … pero.. sin pausa.
Para ello es imprescindible no tener prisas y contar con algo de tiempo. Si te planteas un viaje de 15 días, donde quieres ver múltiples destinos, con el nuevo pensamiento «slow» incorporado en tu viaje, deberás reducir el número de destinos y poder dedicarle más tiempo a cada uno. Menos es más…
El movimiento slow ha impulsado la creación de las Slow cities. Las ciudades que cuentan con este sello de calidad Cittá Slow, ofrecen al habitante y al visitante una calidad de vida que se plasma en la abundancia de zonas para largos paseos, gastronomía y cultura autóctona, y el esfuerzo por mantener un ambiente tranquilo y cálido, lo más libre posible de ruido y contaminación.
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Así deberían ser todos los viajes y el día a día en general …
El problema es la falta de tiempo y quizás también el ansia de conocer el mayor número de sitios en el menor tiempo posible.
Un saludo.
Pues si, porque te da tiempo a hacerte con el sitio, a vivir como un local y aprender más cosas.
Yo en muchos viajes baje el ritmo y lo he agradecido.
Gracias por tu comentario.